Desde que llegué he intentado asistir a muchas de las exposiciones que ocurren en la ciudad. No dejo de pensar que el mundo del arte, aquí o en Nueva York, es una especie de circo donde todos intentan ser el centro de atención. Incluso yo. Mafe ha ido conmigo a la mayoría de ellas, tengo que decir que es una compañera increíble.
Esta semana escribiré pequeñas reseñas – a veces parecen ser apuntes de un cuaderno de viajes- de las exposiciones que de una u otra manera se han quedado grabadas. Empiezo con Marco Mojica.
Marco Mojica
Marco Mojica es un barranquillero muy joven a quien yo no conocía. El sábado pasado entré por casualidad a la Galeria El Museo y encontré una exposición individual de su obra. No recuerdo como se llamaba – ni me fijé-, pero creo que más allá de ser un descuido mío, se debe a que reaccioné inmediatamente a las imágenes de su trabajo y no busqué explicaciones en el nombre. Me encantó y me hizo sonreír.
Mi pieza favorita fue una instalación con una serie de pequeños lienzos que formaban un reloj. Cada lienzo, que era a la vez una hora en el tiempo, mostraba el proceso de creación de una de las obras de On kawara. Desde que vi el primer lienzo blanco hasta el último donde aparecía una de las famosa fechas, entendí un poco la intención de este barranquillero. Es increíble cómo hace hablar la obra de los otros a través de la suya propia. Una suerte de apropiación, que además de todo me hizo reír. Este tipo de trabajos me hacen pensar que la crítica no tiene que ser necesariamente escrita. Y, por supuesto, el hecho de que una obra sólo se devela a través de otra. Algo que siempre ha estado por mi cabeza.
Por otro lado, cada vez que veo que alguien trabaja en óleos, acrílicos sobre lienzo, puedo respirar. Me canso de ver tanta fotografía y video rondando por ahí.